Cuando se planifica un viaje, uno de los mayores dolores de cabeza viene determinado sin duda por la elección de un alojamiento que se ajuste a nuestras necesidades
Un precio acorde con las prestaciones ofrecidas, una atención esmerada al hacer el “check in” en la recepción, un buen servicio de habitaciones, un aparcamiento cómodo y asequible, unos cuartos amplios, unas camas que faciliten el mejor descanso, unos aseos inmaculados, un receptor de televisión de plasma vía satélite, un lector de DVD, la posibilidad de acceso a Internet, un nivel de tranquilidad aceptable y un desayuno contundente son algunas de las premisas principales por las que se rigen los críticos de establecimientos hoteleros a la hora de hacer un baremo con vistas a incluirlo en las guías correspondientes para viajeros.
El complejo negocio hotelero trata de atraer de forma permanente a su clientela ofreciendo los mejores servicios al precio más idóneo posible porque sus ejecutivos saben que el “boca a boca” es uno de los procedimientos más fiables y baratos para que el nivel de demanda se mantenga.
CLIENTES EXIGENTES.
Sin embargo, los responsables de las grandes cadenas hoteleras han de estar alerta ante las insólitas necesidades de los clientes, algunos de ellos con un nivel de exigencia capaz de pones a prueba los nervios del recepcionista más dispuesto y comprensivo. En los establecimientos donde los precios de las habitaciones son más elevados es habitual la llegada de viajeros caprichosos y excéntricos que exigen desde la colocación en la suite de un piano de cola hasta una bañera llena del champán francés más caro. No obstante, lo más habitual es aceptar la habitación tal como te la encuentras y reclamar “a posteriori” pues no todo el mundo puede permitirse lujos fuera del guión.
Sin embargo, los responsables de las grandes cadenas hoteleras han de estar alerta ante las insólitas necesidades de los clientes, algunos de ellos con un nivel de exigencia capaz de pones a prueba los nervios del recepcionista más dispuesto y comprensivo. En los establecimientos donde los precios de las habitaciones son más elevados es habitual la llegada de viajeros caprichosos y excéntricos que exigen desde la colocación en la suite de un piano de cola hasta una bañera llena del champán francés más caro. No obstante, lo más habitual es aceptar la habitación tal como te la encuentras y reclamar “a posteriori” pues no todo el mundo puede permitirse lujos fuera del guión.
Cada vez son más frecuentes en los hoteles de más categoría las “cartas de almohadas” para satisfacer a quienes aspirar a reposar de acuerdo con sus costumbres cotidianas. La calefacción y el aire acondicionado también suelen ser muy valoradas por los clientes muy sensibles a las variaciones térmicas. Otros dan más importancia a los secadores de pelo en el cuarto de aseo que al teléfono en la mesilla de noche, lo cual es fácil de entender desde que el celular se ha impuesto frente al aparato fijo, cuyo uso puede disparar la factura final.
Que el establecimiento disponga de un “lounge bar” que le permita echar un trago y distraerse antes de retirarse a descansar es vital para ejecutivos después de una jornada de tensas reuniones de negocios.
Viajeros menos dados a la sociabilidad dan mucha importancia en cambio al contenido del mini-bar del cuarto o al servicio de habitaciones que le permite solicitar a cualquier hora del día o de la noche un plato de comida y una bebida. Muchos hoteles de categoría superior tienen incorporados en sus instalaciones restaurantes de renombre, lo cual agradecen quienes no están dispuestos a desplazarse después de una jornada agotadora de actividad o de turismo en la ciudad que visitan.
REFORMAS PERIÓDICAS.
Facilidades para acceso a minusválidos, arquitectura, decoración y estado de conservación del edificio y de las instalaciones suelen ser elementos muy a tener en cuenta por los autores de guías hoteleras. Los hoteles de renombre suelen acometer reformas cada diez o quince años para no perder el tren de la modernidad aunque algunos establecimientos señeros disponen de buenos equipos de mantenimiento que permiten una conservación de las instalaciones capaces de superar las inspecciones más severas establecidas por las legislaciones de los respectivos países o de las agencias de supervisión internacionales.
Facilidades para acceso a minusválidos, arquitectura, decoración y estado de conservación del edificio y de las instalaciones suelen ser elementos muy a tener en cuenta por los autores de guías hoteleras. Los hoteles de renombre suelen acometer reformas cada diez o quince años para no perder el tren de la modernidad aunque algunos establecimientos señeros disponen de buenos equipos de mantenimiento que permiten una conservación de las instalaciones capaces de superar las inspecciones más severas establecidas por las legislaciones de los respectivos países o de las agencias de supervisión internacionales.
El precio de las habitaciones de acuerdo con el lujo del establecimiento es algo muy relativo dependiendo de la temporadas y del continente. Así, de los cincuenta destinos más reservados de todo el mundo a través de la web de reservas hotels.com, sólo en cuatro ciudades europeas, Estambul, Lisboa, Tallin (Estonia) y Bilbao (norte de España), lo turistas pagan menos de 150 euros (213 dólares) por dormir en la categoría superior de hoteles.
Mientras que una noche en un hotel de 5 estrellas cuesta en Estambul 127 euros (180 dólares); en Lisboa y Tallin, 134 euros (190 dólares) y en Bilbao, 143 euros (203 dólares), importes parecidos se pagan en hoteles de 2 estrellas en Roma (141 euros/200 dólares), de 3 estrellas en Amsterdam (142 euros/201 dólares) y de 4 estrellas en Moscú (149 euros/212 dólares).
En Asia, las mejores ofertas hoteleras de lujo se concentran en Shangai, donde se pagan 117 euros (166 dólares) por noche; 139 euros (197 dólares) en Pekín o 150 euros (213 dólares) en Singapur. En Estados Unidos en cambio las tarifas sólo son equiparables en hoteles de dos estrellas, como en Boston, 145 euros (206 dólares), o Chicago, 148 euros (210 dólares).
En Japón, una habitación de 3 estrellas cuesta 138 euros (196 dólares) y en Canadá, el precio por pernoctar en un cuatro estrellas es de 148 euros (210 dólares).
El mayor salto de precios en todo el mundo se aprecia entre los hoteles de 4 y 5 estrellas, de acuerdo con los datos de la web citada. En Niza (sur de Francia), alojarse en un hotel de 5 estrellas supone 244 euros (346 dólares) más que hacerlo en uno de 4 (426 euros frente a 182/605 dólares frente a 258); la diferencia es de 268 euros (380 dólares) en Nueva York (571 frente a 303/811 frente a 430 dólares) y de 261 euros (370 dólares) en la romántica Venecia (454 euros frente a 193/644 dólares frente a 274).
OBJETOS OLVIDADOS.
Antes de abandonar con nuestro equipaje esa habitación a la que es probable que no volvamos nunca más, es conveniente revisar que no nos olvidamos nada personal en ella pues existen establecimientos que no admiten reclamaciones y otros tardan mucho en devolver los objetos olvidados, con el gasto añadido consiguiente.
Antes de abandonar con nuestro equipaje esa habitación a la que es probable que no volvamos nunca más, es conveniente revisar que no nos olvidamos nada personal en ella pues existen establecimientos que no admiten reclamaciones y otros tardan mucho en devolver los objetos olvidados, con el gasto añadido consiguiente.
Elena Orozco, gobernanta del hotel Cap Negret de Altea (Alicante, este de España) relató a EFE que “es sorprendente las cosas que llegamos a encontrar cuando limpiamos” las habitaciones: desde juguetes eróticos o lencería a dentaduras postizas.
No obstante, los objetos olvidados han variado en los últimos años. Ya no sólo se abandonan en los cuartos cámaras de vídeo, cargadores de celulares, joyas, documentos de identidad, gafas de sol o billeteras, sino también objetos tan atípicos como vídeos eróticos y prendas de ropa, sobre todo la interior. Los clientes lo hacen unas veces por descuido y otras de forma intencionada. Se han comprado prendas nuevas y ya no quieren las viejas.
Los hoteleros también tienen asumida la partida de gastos correspondiente a los robos de objetos por parte de viajeros desaprensivos. Toallas, albornoces, jarrones, espejos, cuadros, colchas, almohadas, alfombras, papeleras y bandejas son parte de menaje hotelero que los turistas “se llevan prestado”.
“En una ocasión, un cliente se llevó un televisor”, manifestó Orozco, quien añade que sus compañeros de trabajo “aún se preguntan cómo consiguió sacarlo”. (http://www.kuviajes.com/2008/10/09/¿como-elegir-adecuadamente-un-hotel/)
Muy buen blog! Adelante y éxitos!
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